Por Mario Rodríguez
Concejal de la UCR
La Unión Cívica Radical es el partido nacional que hunde sus raíces en el nacimiento de la Patria misma: no es posible narrar la historia argentina sin hacer mención al Radicalismo, ya que en sus 125 años de vida ha sido un protagonista decisivo de la vida nacional.
Como partido político fue fundado el 26 de junio de 1891 por Leandro Alem, siendo uno de los más antiguos en vigencia en Latinoamérica y el primer partido político moderno del país.
Con la llegada al poder de Juárez Celman en el año 1886, se confirma la vigencia de un sistema político basado en el fraude y la exclusión de las grandes mayorías de la participación y la representación política. En ese contexto, hacia fines de esa misma década, y ante la crisis económica que atraviesa el país y la falta de una alternativa política al “unicato”, un grupo de jóvenes comenzará a organizar un nuevo espacio político, a partir de la redacción de un documento, en el cual, dejan en claro que ha llegado la "Hora de la Juventud". Estos jóvenes se comprometen a luchar por la vigencia de la autonomía municipal, la transparencia en los manejos públicos y los derechos políticos de las grandes mayorías, convocando a un mitin en el "Jardín Florida", el cual tendrá lugar en la ciudad de Buenos Aires el 1 de septiembre de1889. Ante la asistencia de unas 3.000 personas se renueva el fervor patriótico y la necesidad de retornar a los valores éticos. A esa demostración cívica asiste como invitado especial Leandro Alem, quien se convierte en el líder natural del emergente movimiento, y en esa misma jornada política quedará conformada la “Unión Cívica de la Juventud”.
En ese mismo año 1889 tendrá lugar un nuevo mitin político, esta vez en el "Frontón de la Cancha de Pelota", de la ciudad de Buenos Aires, y a esa nueva convocatoria concurre el doble de personas que al acto anterior. En esta oportunidad vuelve a hacer uso de la palabra Leandro Alem, y también habla Bartolomé Mitre. Finalizado el acto, se realiza una marcha por las calles de la ciudad y se reafirman los principios democráticos, integrándose además gente mayor a esta nueva agrupación política. Es el nacimiento de la "Unión Cívica", cuya primera tarea será la conformación de esta nueva herramienta política en el interior del país. Pero si algo no querían hacer Juárez Celman, Roca y Pellegrini era ceder a los pedidos de los cívicos. En consecuencia Leandro Alem afirma que ha llegado el momento utilizar la “vía revolucionaria” con el fin de terminar con este régimen que oprime a todos. Comienza a prepararse entonces esta Revolución y ante esta decisión empiezan a producirse las primeras diferencias dentro de la Unión Cívica, Alem con sus seguidores entusiastas: Del Valle, Bernardo de Irigoyen e Hipólito Yrigoyen avalan esta idea de tomar el poder por las armas, con el fin de devolvérselo al pueblo. Pero Mitre no tiene ningún interés en participar de esta estrategia, porque en definitiva lo que quiere es volver a ser presidente de la República y no cambiar el estado de las cosas. Se marcha a Europa, pero deja a sus hombres dentro del movimiento revolucionario, los cuales se encargarán de traicionar la “Revolución del 90”.
Cuando Mitre retorna al país, en vez de reunirse con Alem para evaluar los hechos políticos que habían tenido lugar en su ausencia directamente se reúne con Roca y Pellegrini, con quiénes ya había formalizado acuerdos antes de marcharse. La Unión Cívica entra entonces en una fase crisis donde el desenlace es eminente, no tiene más razón de ser y se produce la lógica división.
Leandro Alem convoca entonces al Comité Nacional, el cual presidía. Dicha reunión tuvo el 26 de junio de 1891 en la calle Cangallo 536 y entre los presentes se encontraban Martín Yrigoyen, del Valle, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T de Alvear, Barroetaveña, quienes junto a un nutrido grupo de dirigentes y afiliados ratificarán la línea principista y serán los gestores del nacimiento de un nuevo partido político, aunque debía realizarse la creación formal en la reunión de la Convención, convocada para el 2 de julio.
El Comité Nacional hizo público un manifiesto que había sido redactado este histórico día denominado “A los pueblos de la República”, donde se hace mención a la separación de los acuerdistas. Así nace la Unión Cívica Radical, cuyos postulados básicos los encontraremos en sus primeros documento: queda muy en claro que el Radicalismo es un partido político que luchará por lograr establecer los derechos políticos de las grandes mayorías excluidas de la participación política, y que enarbola las banderas de "La causa de los desposeídos" de Leandro Alem y la idea de "La reparación" de Hipólito Yrigoyen, adoptando dos principios que marcaran su lucha por la consecución del sufragio libre: la abstención y la revolución.
La Unión Cívica Radical se ha caracterizado por su ideología de inspiración igualitarista, habiendo desempeñado un papel decisivo para la conquista del sufragio universal y secreto masculino. Fue también el primer partido político argentino en presentar un proyecto de ley de voto femenino en 1919, que finalmente no prosperó dada la mayoría conservadora en el congreso. En 1927, en la provincia de San Juan (gobernada por el radicalismo bloquista) se aprobó el sufragio femenino, luego dejado sin efecto por el gobierno conservador.
Caracterizada por defender los derechos sociales y buscar el desarrollo y la dignidad humana en todas las etapas de la historia argentina, la UCR fue la creadora del descanso dominical y la jornada laboral de ocho horas, e ideológa del Artículo 14 bis de la Constitución Nacional, redactado por el entonces presidente del Comité Nacional, Crisólogo Larralde, el cual incluye el derecho a huelga que no estaba incluido en la constitución peronista de 1949.
Se caracterizó también por haber impulsado la instalación de la democracia liberal en el país, y por ser un partido ampliamente representativo de las clases medias argentinas durante la mayor parte del siglo XX. Su origen se remonta a la representación de las clases bajas inmigrantes y descendientes de inmigrantes, a quienes Leandro Alem denominaba "compañeros desposeídos", para reunir hoy en sus filas a todos ciudadanos que continúan con la lucha diaria por lograr la consolidación definitiva en nuestro país y para el beneficio de todos sus habitantes, de los valores republicanos, la libertad y la igualdad.
Uno de sus logros más importantes es la implementación de la reforma universitaria en el año 1918 a través del entonces presidente Hipólito Yrigoyen, asignando de esta manera un sistema de co-gobierno de las universidades públicas mediante estudiantes, graduados y docentes; la implementación de cargos por concurso y la universidad gratuita y laica, expulsando de esta manera la educación religiosa de las universidades públicas. A su vez es el partido que mayor presupuesto asignó a la educación en la historia, siendo el 24 % del PBI durante el gobierno de Arturo Illia, es también el partido impulsor del uso de guardapolvos en los colegios públicos, ley sancionada durante el gobierno de Yrigoyen. Desde el año 1973 conduce de forma ininterrumpida la Federación Universitaria Argentina mediante su brazo estudiantil, la Franja Morada.
Al asumir la presidencia el 10 de Diciembre de 1983, Raúl Alfonsín debió afrontar dos grandes desafíos: la consolidación de la democracia y un gobierno condicionado por la crisis económica y una escalada inflacionaria, desatadas luego de que recibiera un país quebrado debido a una desastrosa administración llevada a cabo por los jerarcas militares de la última y más sangrienta dictadura militar, que gobernó nuestro país del ´76 al ´83. "Iniciamos todos hoy una etapa nueva de la Argentina. Iniciamos una etapa que sin duda será difícil, porque tenemos todos, la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los futuros tiempos, la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina", decía Alfonsín en aquel primer recordado discurso.
Temas altamente significativos para el país fueron instaurados por diferentes gobiernos radicales, en oportunidad de las presidencias de Hipólito Yrigoyen (en dos ocasiones), Marcelo Torcuato de Alvear, Arturo Illia ó Raúl Alfonsín; otros fueron arduamente trabajados desde la oposición, y han sido y seguirán siendo nuestras banderas: nacionalización de los recursos energéticos, producción social de medicamentos, fortalecimiento de la educación pública, explotación racional de la tierra y acceso a la vivienda, integración con los países de la región, entre otros.
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